«Todo listo para que Peña Nieto de el grito en el Zócalo» informan los medios de comunicación. Y lo único que puedo pensar es que en realidad quienes darán el grito seremos todos los mexicanos cuando nos demos cuenta de lo que nos está acuñando el Presidente y su gobierno con sus acciones.
Después de un predecible y violento desalojo de los manifestantes en el Zócalo, lo que dicen los medios al respecto es que los que se hacen llamar maestros son unos iletrados, faltos de conciencia social y violentos (muy a la vieja manera del PRI).
Es una ironía que los mismos labios que han pronunciado y permitido reformas conflictivas y que consideran todo menos al pueblo, proclamen la libertad y el amor a la nación y a su gente. Son indignantes los discursos pseudo-nacionalistas de gobernantes como Mancera, que escupen al pueblo, convocando a la unidad y a la cohesión a pesar de las diferencias en los valores e ideologías. Si tan solo fueran menos incoherentes, o un poco menos descarados, sus discursos al menos podrían calificarse de «chuscos».
Se leen en Twitter y otros medios sociales comentarios como el siguiente: «Quien le dispare a Peña en plena celebración, sería proclamado héroe nacional». Esto es sólo una pequeña muestra de que el pueblo no conoce sus capacidades, que no puede ver más allá de sus fronteras, que no sabe cómo reaccionar.
Pensemos en naciones latinoamericanas como Brasil, Chile o Argentina, que en los últimos años han despuntado tanto de forma interna como a nivel internacional. El momento del cambio les llegó de una forma diferente a la que su historia les había contado. No se necesitaron grandes golpes de estado, grandes revoluciones o escenarios sangrientos. Se necesitó del ejercicio de la libertad por parte del pueblo, no sólo para elegir a sus gobernantes, sino para llevar a cabo acciones en conjunto que les permitieran progresar. Las protestas llevadas a cabo en 2012 por los estudiantes chilenos, el surgimiento de una «nueva» clase media en Brasil, Argentina buscando crear plataformas de equidad de género tanto en sus leyes como en sus organismos socio-culturales, etc.
La dominación es, en realidad, una autosugestión del pueblo. En palabras de Gene Sharp, autor del libro De la Dictadura a la Democracia: “El grado de libertad o tiranía que existe bajo cualquier gobierno es en gran medida un reflejo de la relativa determinación de los súbditos”.
Los mexicanos daremos éste y muchos otros gritos si seguimos jugando como reactores de las acciones del gobierno. En el momento en el que quien proclame la libertad en el balcón del palacio de gobierno, en el momento en el que quien toque esa campana sea el pueblo y no su presidente, en ese momento podremos decir con toda honestidad: «¡Viva México, Viva la Patria!»
