Educación en México

Educación en México

Hablar de la educación en el país podría ser la cosa más trillada del mundo. Que si Enlace dice que estamos mal, que si la Unesco dice que estamos peor, la mayoría de las opiniones se van para lo mismo: en cuestión de educación, México tiene problemas.  Así que, más allá de recordar lo lamentable de la situación, sería bueno que nos sentemos a pensar en las soluciones.

Triste pero cierto, el margen de acción de la mayoría de los mexicanos es bastante limitado. En tiempos en que vivir es cada vez más caro, pensar que toda la población reciba educación de calidad casi pareciera cosa de risa. ¿Escuelas en zonas marginadas? ¿Maestros capacitados en lenguas indígenas? Si con trabajo podemos asegurar un mes de clases consecutivas para niños de Oaxaca o Chetumal, ¿cómo aspiramos a ir más lejos?

«Pensar globalmente, actuar localmente». Tal vez ahí esté la solución. Pensar -o soñar- que algún día nuestro sistema educativo será como el de Finlandia o Japón quizá mantenga las esperanzas un rato, pero tampoco es la solución. Mejor concentrémonos -sí, todos- en lo que está a nuestro alcance.

Más allá de buscar culpables, conviene identificar fallas. La educación pública necesita maestros mejor capacitados, es verdad, pero también necesita prestar más atención al alumno, ofrecerle una educación integral. Esa pareciera ser la gran brecha entre la educación pública y privada. Después de todo, ¿de qué sirve el conocimiento sin un pensamiento lógico detrás? ¿O sin la sensibilidad para saber utilizarlo? ¿O la capacidad de generar soluciones?

Cambiar el paradigma de la educación en el país tomará mucho tiempo. Tristemente, eso es una gran desventaja en el mundo de la política, que al fin y al cabo es donde se toman las decisiones más trascendentales para este rubro. Nos quedan tres opciones: confiar, exigir o actuar. La adecuada combinación de las dos últimas podría traducirse en una mejora. Basta de quejas sordas, invirtamos en unos cuantos libros, rompecabezas, sudoku, ajedrez. Mejor discutamos el problema, detectemos necesidades cercanas, pensemos en soluciones locales. Si todos los que estamos preocupados nos juntamos, ¿cómo no vamos a lograr aunque sea un mínimo cambio?

Sin duda valdrá la pena el esfuerzo.

 

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