Bueno, más allá que la comida, la ropa limpia y las noches donde te sientes solo, a pesar de las diversas tecnologías que te hacen sentir cerca de tu familia, volver a casa, para quienes somos foráneos, es darnos cuenta de lo difícil que puede llegar a ser crecer. No digo que quienes son locales no tengan también ese conflicto, pero creo que quienes radicábamos en otros lugares lo tomamos de diferente manera.
Así, volver a casa para quienes somos foráneos es un momento en el cual se percibe que todo va cambiando rápido. Regresas y tu casa se siente con otro color, con otro olor. Incluso hay algo diferente en el aire en la ciudad donde viviste toda tu vida y de la que has estado ausente por meses. Ves a tus hermanos y hermanas más grandes, a tus papás con un poco más de arrugas, pero ahora los miras diferente, con más detalle. Sus abrazos se sientes más cálidos y reconfortantes, aunque siempre con la sensación de que eres un extranjero en la ciudad que te vio nacer, en la misma que caminaste hasta aprender de memoria las grietas de sus calles y hasta el hueco de la 53.
¿Qué es volver a casa? Volver a casa es volver a encontrarse con ese viejo yo que dejaste en tu habitación color azul, rosa o verde. Te hundes en tu cama como cuando eras pequeño y te olvidas un ratito de todo lo que hay alrededor. Duermes de nuevo sobre esa almohada en la que soñaste tu futuro y ahora caes en cuenta que lo estás haciendo realidad. Volver a casa es más allá que festejar con tu familia: es volver a recordarte como eres y como quizás sientes que has olvidado ser.
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