La Compañía de Mineração Premier realizaba excavaciones en Pretoria, Sudáfrica. El gerente de la mina, Frederick Wells es quien al ver que algo brillaba en el suelo, escarba con un cortaplumas hasta extraer un diamante que superaba la mitad de un kilo.
El 20 de enero de 1905 encuentra en Sudáfrica el diamante Cullinan, que hasta el día de hoy, es el diamante más grande que se haya encontrado en la Tierra – pesa 3,106 quilates (621 g)-, triplicando el valor del Excelsior, diamante descubierto en 1893.
Le avisaron al presidente de la compañía minera, Thomas Cullinan, y la gema fue transportada en mula a las oficinas de la Compañía en Johannesburgo y de ahí a Londres, donde se puso en venta.
Pasaron dos años para que la compraran. El gobierno de Transvaal la adquirió por un valor de 150,000 libras esterlinas, y se la obsequió al rey Eduardo VII en 1907. Un año después, el rey solicitó que los hermanos Asscher –cortadores de diamantes- estudiaran la piedra para decidir si podía cortarse o tallarse.
La gran piedra terminó en siete pedazos grandes y 98 pequeñas gemas. El “Cullinan I” –la pieza más grande- se incrustó en la corona del Estado Imperial Británico y el “Cullinan II” en el cetro con la cruz. Las Joyas de la Corona Británica se encuentran en la Torre de Londres y los otros diamantes de menor tamaño pasaron a manos de la reina María, nuera de Eduardo VII. Son parte de la herencia familiar.
Fuentes: planetacurioso.com, escueladegemologiaamericana.com, historiaybiografias.com/