Desprenderse del hogar, salir del nido y volar es el ciclo de la vida. Tarde o temprano, llega el momento de crecer y ser totalmente independiente. Es en esta etapa cuando el adolescente tiene la misión de poner en práctica todo lo aprendido a lo largo de su vida, descubrir quién es y qué aspira a ser. Es el momento de encontrarse, conocer, vivir nuevas experiencias, y sobre todo, aprender que al caerse habrá que levantarse y seguir hacia adelante.
En un principio el estudiante tendrá que buscar la manera de adaptarse para eventualmente encajar con el entorno social, salir de la zona de confort y trabajar en sus habilidades interpersonales para desenvolverse con los demás. Al momento que el estudiante se sienta cómodo en el ambiente universitario y parte de éste, podrá ser capaz de dar a conocer sus opiniones, puntos de vista, participar en actividades e incluso hacer sugerencias para mejorar la universidad y desarrollo de la misma.
Al ser un estudiante extranjero se requiere más trabajo para la adaptación al cambio, ya que el estudiante no solo está empezando una nueva fase de su vida sino que también está reiniciando su vida en un país ajeno al suyo y lejos de todo el mundo que conocía.
Por ello, tendrá que cambiar su forma de comer, su cultura y tradiciones, y en muchos casos, aprender un nuevo idioma, buscar un nuevo hogar y sentirse cómodo en éste. Además, deberá buscar la forma de trasladarse de un lugar a otro y tendrá que responsabilizarse por las cuentas a pagar, ir al súper, contar con todos los papeles legales para permanecer en el país como estudiante residente, entre otros.
La adaptación no es fácil para nadie porque implica un cambio radical. Así, sin omitir que no se sabe con qué tipo de personas y dificultades habrá que tratar, eventualmente el estudiante se condiciona a este nuevo cambio y llega a ser partícipe de una de las experiencias más gratificantes de su vida.
