Repite una mentira hasta que se hace verdad, decía el “bonachón” de Joseph Goebbels. Sin embargo, a mí me gustaría preguntarle ¿cuántas veces se tiene que repetir un insulto para que sea un chiste? No quiero seguir hablando de Roma. Pero, es que el mentado “Fenómeno Yalitza” ya pasó por una cantidad estúpida de insultos y sigo esperando a que sea chistoso.
El famoso humor negro del mexicano, que siempre es el primero en inventar un chiste respecto al último suceso relevante, se está volviendo algo burdo y que simplemente demuestra nuestras pocas ganas de cambio.
Por ejemplo, la cantante venida a menos, Yuri, nos dice: “Mucha gente dice que si estás en Hollywood tienes que estar muy mexicana, pero muy bonita y cuerpazo y ella es todo lo contrario, quiere decir que sí se puede triunfar”.
Ahora resulta que una tostona que se aferra a la juventud, omitiendo que está a punto de convertirse en una persona de la tercera edad (dato que supe buscando fotos de su lejana juventud para confirmar la falsedad de que fue “muy bonita”). Puede hacer un juicio tan carente de inteligencia. Más si sale a defenderse diciendo que eso no fue lo que quiso decir, una mujer de su edad debería saber redactar.
Aunado al comentario ignorante de la cantante. De igual modo, un delegado de Veracruz, refiriéndose al problema de las estancias infantiles, aseveró: “Puede ser una estancia o pueden optar por su familiar o una persona así tipo Cuarón, que lo cuidó una muchacha y miren, sacó hasta un premio Oscar. Para que vean que sí funcionan las Yalitzas”
Cuarón seguramente se levanta en las mañanas a leer en las noticias el más reciente racismo expuesto, ignorancia exhibida o sexismo acentuado y piensa: alguien tenía que abrir la cloaca.
La verdad es que no me puede dejar de enervar el darme cuenta que la incansable lucha por la equidad de género de hombres y mujeres, y los millones de indígenas olvidados y marginados, se reduzca a los comentarios de actorsuchos, cantantuchas y políticos de cuarta; que para acabarla de fregar su último argumento es que la inteligencia no les da para expresar ideas claras.
Entonces ahora que lo pienso bien, la pregunta para Goebbels debería ser ¿cuántos estúpidos tienen que abrir la boca para que seamos un país de estúpidos?
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