Siento que estoy en el ojo de un huracán,
que llamas frías rodean mi corazón
y que todos a mi alrededor me roban oxígeno.
Siento que soy el personaje secundario
de mi propia vida,
aunque todos me digan lo contrario.
Siento que todos conspiran en mi contra.
Siento que todo lo bueno que me pasa
es una mera coincidencia.
Me pesa el alma demasiado,
no soy un buen recipiente ahora;
debo fortalecerme,
pero mi propio cuerpo no me deja.
Los ojos prójimos son como cañones
que amenazan en destruir mi alma.
Las risas ajenas son veneno
que entra a mis venas e infecta mi corazón.
Me siento como un pestilente moribundo
que es acechado por buitres
disfrazados de pavorreales.
Siento que mi cuerpo
es la peor carta de presentación;
no por fea sino por descuidada,
maltratada y desgastada por mí mismo.
Pero sé que todo llega a un fin,
incluyendo estos pensamientos.
Dios me bendecirá y me sacará de este hoyo.
Y las llagas de mi corazón se cerrarán
y mis heridas se cicatrizarán.
Y seré feliz de nuevo.