La caja misteriosa

La caja misteriosa

Encontré la caja en el almacén del colegio, al principio no me llamó la atención; al fin y al cabo era una simple caja ¿no?

Después de un rato limpiando el almacén, volví a observar la caja. Era de color negro penetrante, así que era muy probable que en la noche pasará desapercibida y nunca llamara la atención. Pero, yo sentía que me llamaba. No le volví a dar importancia y seguí con mi actividad, quería salir de aquí lo antes posible, solo esperaba llegar a mi casa, prepararme un café y ponerme a ver mi serie. 

Pasaron como unos 20 minutos y la curiosidad me ganó, agarré la caja, me senté en el suelo y dispuse a explorarla. Cuando observé la caja desde arriba, pude apreciar el agujero que tenía en la tapa que conducía hacia un interior igual de oscuro que su exterior; este hecho me llamó demasiado la atención.

Generó una sensación muy peculiar en mi interior, escuchaba como un susurro en mi cabeza que me decía que metiera mi mano en la caja y averiguara su contenido. Otra parte de mi me decía que la botara y que me alejara de allí lo más rápido posible. 

“La curiosidad mató al gato”. Eso siempre me dicen mis amigas y por una vez en mi vida me encantaría haber hecho caso. Introduje la mano dentro de la caja y sentí que otra mano agarró la mía, intenté sacarla pero no me soltaba, al contrario solo me jalaba con más fuerza a su interior.

Cuando por fin pude sacar mi mano lo suficiente para ver lo que me sujetaba, logré observar una mano esquelética, con partes rojas y negras que conectaba a un brazo y se sumergía en la penumbra del extraño objeto.

Luego, como si el brazo tuviera la fuerza de mil hombres jaló nuevamente hacia su lado mi brazo, terminando conmigo sumergiendo mi brazo entero hasta mi hombro y de allí como un acto de magia. Todo mi ser se introdujo en la caja y caí en picada, siendo guiada por esa mano misteriosa. 

Delante mis ojos pasaron mis peores pesadillas, arañas, monstruos, el olvido, la soledad y la que más me aterra: el abandono. A lo lejos se escuchaban gritos de agonía que empeoraban la situación para mi. Lo sentí eterno, las penumbras inundaban mi existencia en este momento y no encontraba salida; no fue hasta que una mano que parecía humana agarró mi otra mano. 

Empezó una épica batalla de tira y jala con mi persona, la luz peleando con la oscuridad que habitaba este lugar. Cerré mis ojos, deseando que esto acabara: ya no lo soportaba.

De repente, el silencio invadió mis sentidos, abriendo mis ojos con temor; me di cuenta que estaba nuevamente en la bodega y sin pensarlo dos veces dejé la caja votada y salí corriendo. 

Columna desarrollada por los estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab en el marco de la asignatura «Narrativa Literaria».

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