Un pibe mexicano

Un pibe mexicano

Esta historia trata de un adolescente de 17 años llamado Mateo, Mateo es un niño común y corriente de una familia humilde y bondadosa con ganas de trabajar todos los días. El niño tiene un talento, un gran carisma y una increíble habilidad para jugar al fútbol.

De padre argentino y madre mexicana, estaban seguros que su hijo iba a ser un explorador, ¿por qué pensaban esto? Desde que Mateo tiene memoria siempre se iban de vacaciones con sus abuelos de parte de su mamá a Chiapas, donde el simpático niño siempre llenaba de sonrisas por donde pase. Mateo siempre se escapaba y se iba con una linterna y una mochila a la selva. Él siempre se sintió identificado con la naturaleza, y desde niño siempre dijo que ese era su sueño, el ser explorador y proteger los bellísimos paisajes verdes de Chiapas, o eso creía hasta que apareció Luca.

Finalmente, llegaron las vacaciones y Mateo estaba empacando su ropa de calor porque estaba seguro que iría a Chiapas de nuevo, hasta que su papá entró a su cuarto y le dijo que no está vez, esta vez irían a Rosario Argentina, dónde está la familia de parte de su papá. Mateo no conocía a su familia argentina. Y se iban a ir un mes entero.

Estaba emocionadísimo, y días después partió hasta Sudamérica con sus padres, estaba nervioso por conocer a toda su familia de allá. Llegaron al aeropuerto y los recibió su tío Luca, e inmediatamente hicieron click en segundos.

Todo el día estuvieron charlando hasta que llegó la noche y el tío Luca muy lindo, le ofreció su cuarto a Mateo, y que él dormiría en su estudio, que no se preocupara ya que quería que se sintiera cómodo. Mateo muy agradecido aceptó y en cuestión de lo que canta un gallo quedó pasmado, impresionado. Todo el cuarto de su tío estaba inspirado al fútbol, libros de fútbol, imágenes de los jugadores más emblemáticos de cada época, la historia de los mundiales y una lista pegada de nombres aleatorios con diferentes nacionalidades; Mateo fue con su tío Luca a preguntarle qué porque tenía esos nombres en su cuarto.

Luca estaba sorprendido y le dijo «¿Ché vos no sabés de qué vivo verdad?» Mateo un poco apenado le dijo que no que no tenía idea, su cara de sorpresa fue aún mayor cuando se enteró que su tío era nada más y nada menos un visor de fútbol para las categorías inferiores del River Plate, el equipo de sus amores por parte de él y de toda su familia, incluyendo el padre de Mateo.

El nene estaba muy contento de que su familia entera eran fanáticos del fútbol, era un hincha enorme de ese deporte ya que amaba verlo, hablarlo, y lo más importante, jugarlo.

En la mañana siguiente se pasaron horas tomando mate, asimismo, hablaron de ese maravilloso deporte, jugadores y equipos, mercado de fichajes, entre otras cosas, hasta que finalmente le preguntó: Luca «¿y vos jugás cómo tú viejo»? Mateo riéndose contestó: «jajaja así es tío, me encanta y lo juego todos los días en Coapa que es la cantera de un equipo en México llamado América».

A lo que Luca pregunta: «¿Y sos titular?».

Mateo algo chiveado le contestó que él era el capitán. Después de eso Mateo y su mamá fueron a pasear por la linda ciudad de su padre, y empezaron a enamorarse cada vez más del país.

Luca y el padre de Mateo, Lionel, se quedaron hablando solos en su casa. Luca le preguntó si mañana se podía llevar a su hijo a un partido a entrenar, simplemente a divertirse y que juegue con sus chicos. También era entrenador, Lionel accedió y dijo que sería una gran idea. Cuando Mateo llegó con su mamá Luca le comentó sobre lo de entrenar y a Mateo le pareció una muy buena idea.

Al día siguiente ya estaban listos para irse a entrenar, Mateo encajó muy bien con todos los chicos y les llamó la atención su acento mexicano. Terminando la charla amistosa empezó a rodar la pelota, cuando Mateo pisó la pelota parecía que iba a otra velocidad, que todos los demás iban en cámara lenta, era impresionante, tenías que estar ciego para no darte cuenta de su maravilloso talento. Terminó el entrenamiento y ya se había ganado el respeto de todos los chicos argentinos que entrenaban con su tío, Mateo ese día metió 14 goles.

Acabando el entrenamiento cuando estaban los dos en el coche de regreso a su casa, Luca le dijo muy asombrado que cómo era posible que no sabía de su increíble talento, que porque no le había dicho jamás. Y Mateo dijo que no le gustaba tocar el tema porque no le gustaba presumir, él sabía que era bueno, pero jamás alardeaba. El tío le insistió ¿qué le parecería la idea de dedicarse a jugar fútbol?

El niño le dijo que sí, pero que jamás lo había comentado porque a sus papás no les parecería la idea. Luca le dijo que él iba a hablar con su papá, que no se preocupara, Mateo accedió.

«Lionel, podes venir» dijo Luca con voz temblorosa, Lío llegó, se sentó y charlaron del tema, justamente había llegado la mamá de Mateo, llamada Marcela, quien no dudó en entrometerse, ella dijo que era algo impensable, que Mateo tenía que estudiar y Lionel estaba de acuerdo con su esposa.

Posteriormente, el chico intentó convencerlos, sin embargo, no lo logró. Se pelearon muy feo y en lugar de pasar una semana entera con sus papás, la pasó entrenando con Luca.

Un día Lionel se levantó temprano y siguió a su hijo al entrenamiento sin que se diera cuenta y lo vió jugar, quedó impactado. El padre sabía que su hijo jugaba bien, pero jamás lo había visto en el campo. 

Fue entonces cuando lo miró con la pelota en los pies: se le hizo algo de otro mundo y en eso grito: ¡Mateo, Mateo, sos un crack hijo! Mateo sonrojado fue con su papá después de anotar un gol y empezaron a platicar y llegaron a un acuerdo que si le iba bien en la escuela tendría su oportunidad para jugar. Seguidamente, con muchísimo esfuerzo convencieron a su mamá.

Luca estaba feliz y empezó a platicarle a Mateo: «¡No, pibe, primero Di Stefano, Maradona, Messi y ahora vos!”. “¡Eres el próximo nuevo genio argentino, ya te visualizo clasificándonos a una Copa del Mundo y ganándola gritando ¡Argentina, Argentina!».

Mateo, quien estaba algo sonrojado le dijo riendo: «Jajaja tío muchísimas gracias por pensar que podría llegar tan lejos, pero si ese sueño llega a ocurrir jugaría para el tricolor, para México.

Su tío quedó indignado y se enojó horrible con su sobrino, ¿cómo era posible que no quería jugar para la albiceleste? Para un grande del fútbol mundial, ¡para la selección Argentina! Se resignó a hablar con Mateo hasta que cambiara de opinión y esto lo dejó con un sentimiento de soledad al crack de 17 años, ya que habían hecho un click muy fuerte.

Finalmente, llegó el día de partir y Luca se despidió con un abrazo sin chiste y un «cuídate» sin ganas. Mateo sintió un sentimiento de vacío, ya que, su tío se había convertido en un amigo genuino. Lo único que le inculcó fue que a pesar de estar enojados: nunca dejes el fútbol. Posteriormente, Mateo sacó notas buenísimas y empezó a jugar en las inferiores del América.

Pasó el tiempo y Mateo llevó a su equipo a la final contra su acérrimo rival, las Chivas. Fue un partido que tenían estudiado a Mateo. Llegaron a penales, las Chivas metieron cuatro y fallaron el quinto penal. Mateo definiría si su equipo es campeón.

En eso pasa lo inesperado, detrás de la portería rival Mateo vio a su tío, 

“Ve a Luca… tiralo a lo panenka, picadita Mati”

Mateo sintió que su cuerpo se movió. El portero se lanzó hacia su costado derecho, y él cómo capitán y líder levantó el trofeo que haría campeón sub-17 al América.

Saliendo de festejar, Mati le preguntó a Luca que qué hacía ahí. Le dijo que venía a disculparse y que le habían ofrecido trabajo en la Ciudad de México, por lo cual, no podía perderse la final.

Mateo preguntó qué trabajo le habían ofrecido, su tío manifestó que iba a dirigir al América sub-19.

Años después Mateo ya era un futbolista reconocido por los medios de comunicación y su tío había conseguido logros muy importantes, los cuales, lo llevaron al primer equipo del América, al igual que Mateo.

¡Así que tío y sobrino dieron un brinco enorme futbolísticamente hablando hacia la selección de fútbol mexicana! Luca se enamoró en esos años de México y le pareció una oportunidad irrechazable no dirigir al tricolor. Así que, ¿quién lo diría? El tío que hace unos años se volvió su mejor amigo, años después terminó debutándolo en el estadio Azteca contra nada más y nada menos que Estados Unidos, Mateo entró y anotó un gol inolvidable de tiro libre: el resto ya es historia.

Columna desarrollada por estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab en el marco de la asignatura «Narrativa Literaria».

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