Por: Brenda Pérez
Ya tiene una semana, pero no podemos dejar a un lado la bochornosa presentación de Miley Cyrus durante los VMA’s en Nueva York, ya que gracias a sus provocativos movimientos de cadera y su afán por sacar la lengua a cada diez segundos, la ex estrella Disney ha sido víctima de las burlas.
La primera canción que interpretó fue el primer sencillo de su nuevo disco, “We Can’t Stop”, y fue acompañanda por Robin Thicke. A lo largo de la presentación, ambos artistas mostraron pasos de baile obscenos. Pero eso no fue lo que causó polémica: fue el movimiento especial de Cyrus, llamado el “twerking”, lo que provocó que los medios se le fueran encima.
Gracias a estos movimientos, ambos cantantes desataron una serie de comentarios negativos, en especial Miley, quien rompió el récord en Twitter, alcanzando una cifra de 306,000 tweets por minuto, superando los números del Super Bowl inclusive.
En este sentido, lo que llama más la atención es la serie de críticas negativas hacia la cantante femenina y no hacia el cantante masculino, pues, después de todo, ambos realizaron el baile y los movimientos inapropiados. Pareciera que el asunto se vuelve más una cuestión de género, en donde se le reclama a la mujer por bailar de esa forma y al hombre no.
Es inevitable afirmar que los premios MTV son máquinas para generar dinero y que las presentaciones están montadas para hacer grandes negocios. ¿Cuándo no ha sido así? Britney Spears y Madonna lo hicieron. Sin embargo, el reciente espectáculo puso sobre la mesa la cuestión de la igualdad de género.
Cabe destacar que la misma sociedad estadounidense no practica esa igualdad de género que debería, ya que los comentarios negativos deberían ser para ambos y no solo para Miley. Queda así evidentemente una inclinación para criticar sin piedad a la mujer y no al hombre. ¿Existe una equidad de género como lo dicta la sociedad de «mente abierta” de Estados Unidos?