Es ahora Venezuela quien está en la mira de los medios internacionales. Tal como sucedió en México con el grupo #YoSoy132 en 2012 o la movilización estudiantil chilena en 2011, la protesta juvenil es el monotema recurrente. Nuevamente es la juventud quien se levanta, es la juventud que grita, es la juventud que sufre, es a la juventud a quien silencian.
Creo que tengo solamente una frase en la mente: Latinoamérica, a tu juventud le dueles. Es tu sistema corrupto e «inviolable», es la injusticia diaria, la manipulación mediática, ese «no nos queda de otra» que nos vemos obligados a rumiar a diario lo que está calando hondo.
Ya no creemos en tus mitos de progreso, bienestar y desarrollo como lo hicieron nuestros padres. Ya no te funcionan las tácticas de propaganda mediática, ya no creemos en tus ideas de nacionalismo, de libertad y participación ciudadana porque desde hace más de 50 años siguen siendo eso: ideas. Queremos cultura, educación, coherencia, transparencia verdaderas, queremos una libertad de expresión efectiva. Queremos desarrollo, pero tal como el pueblo lo necesita. Queremos un futuro en nuestro país y es por eso que protestamos. Pertenecemos a esta tierra y es por eso que la lloramos, la sufrimos e intentamos cambiarla. ¿Qué acaso no es ese el papel de los jóvenes, soñar con cambiar su entorno? ¿No es precisamente eso de lo que hablan tantos discursos políticos dirigidos a la juventud, motivándonos a ser proactivos y emprendedores para sacar adelante al país?
¡No seas tonta Latinoamérica! ¡No repudies a tus hijos más jóvenes! Despreciándolos desprecias el futuro de la propia nación, porque ellos no olvidarán lo que su país hizo con con sus ideales, con sus sueños, con su futuro.
El concepto de globalización puede ser efectivo más allá del ámbito económico y cultural. Estamos empezando a vivir una globalización de ideales. Estos múltiples levantamientos son una muestra de que queremos los mismos cambios, tenemos los mismos sueños, luchamos porque aún creemos en un futuro y porque amamos a nuestra patria. Y ese cambio puede llegar de nuestro trabajo en conjunto. Ya no nos separan las banderas, por el contrario, una es la que nos une: la bandera de la juventud. No podemos perder el tiempo, que no regresa y no perdona. No podemos ser una generación más de conformistas. Lo llevamos dentro, es un fuego que nos quema. No dejemos que lo apaguen.
¡Venezuela, estoy contigo!
*Remito al lector al siguiente vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=EFS6cP9auDc
No pude evitar llorar al leer esto. Tienes mucha razón, debemos darle fuerza a nuestro país. El cambio está en nosotros no en el gobierno, nosotros tenemos las herramientas para hacerlo, nuestra voz y ganas de cambiar. Gracias por escribir de esto. 🙂