Estamos inmersos en un mundo donde las manifestaciones brotan de la nada, en donde se inculca el activismo en los jóvenes, en lugar del diálogo. Vivimos en un lugar donde son los sentimientos y no los hechos son los que determinan las políticas. Estamos en una sociedad donde la envidia-resentimiento y no la responsabilidad-esfuerzo son los valores que se admiran, donde buscamos la igualdad sobre la libertad.
Ahora bien, quisiera externar que actualmente, se encuentran dos manifestaciones que destacan sobre las otras. La sociedad piensa que son el mismo tipo de actos, cuando en realidad son fundamentalmente diferentes.
Para entender dicho contexto, se requiere hacer un viaje por la historia al año 1780, en el cual, ocurrieron dos revoluciones de alta importancia: americana y francesa.
Cabe señalar que, una llevó a la creación de un país libre. Por su parte, la europea puede ser considerada como el primer genocidio de la historia.
Pero, ¿por qué la americana y la francesa acabaron con vías diferentes? La respuesta la otorga el político inglés Edmund Burke, autor The reflections on the revolution in France (1790), cuando advirtió que la revolución francesa acabaría en desastre.
A su vez, Burke señaló que Estados Unidos luchaba por preservar algo que ya poseía. Mientras que, la parisina se imponía desde arriba por un grupo de profesionales quienes aplicaban ingeniería social a la población.
Y, dichos acontecimientos nos trasladan a dos manifestaciones que se llevan al cabo -actualmente-, que son parecidas a la de Francia y Estados Unidos: la de Hong Kong y la de Chile.
La entidad asiática lucha para preservar su libertad, su estado de derecho, ante la amenaza del gobierno chino. Mientras que la nación sudamericana se basa en el resentimiento y vandalismo ya que ataca a su propio estado. Además, se comete tanta destrucción que los chilenos se han organizado bajo el nombre de chalecos amarillos con el objetivo de defenderse.
Ésta es la diferencia, uno lucha para preservar y el otro para destruir. De ahí, “crear”, sí… de ahí su utopía. Pero como muchos sabemos: es más difícil destruir que crear. Ésa es la diferencia entre libertad y anarquía.
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