Emprendimiento en el arte y la cultura
Una mirada a Yucatán
Por: Erica Millet Corona
La crisis mundial desatada por el surgimiento del Covid-19 y su propagación global, ha puesto en manifiesto algunas de las fragilidades más incuestionables de nuestros sistemas institucionales y nos ha obligado como nunca a plantearnos posibles soluciones a diversos problemas, muchos de los cuales no son necesariamente nuevos pero que se ven acentuados por la incertidumbre y como nunca salen a la superficie.
El sector artístico y cultural en nuestro país y en el resto del mundo se caracteriza por estar formado en grandísima proporción por creadores autoempleados que dependen de su trabajo diario, de la difusión de su obra y del consumo de su producto creativo para vivir de su arte.
Muchos creadores no cuentan con seguridad social y mucho menos con la garantía de un fondo de pensión para el retiro.
El financiamiento de bienes culturales en Yucatán, se ha otorgado tradicionalmente por dos vías: una, aquella que hace a los artistas depender de los “apoyos” o aportaciones gubernamentales estatales o federales para la contratación de obra o productos artísticos y su subsecuente programación en carteleras y festivales financiados por el gobierno, que se ofrecen mayormente en forma gratuita a las audiencias; en el pasado, la distribución de estos recursos para los artistas creadores se ha dado en gran medida de forma arbitraria, es decir, por asignaciones directas sin criterios claros, beneficiando únicamente a unos cuantos y dejando de lado el rigor creativo y el propósito del arte en determinado momento de la vida cultural, evitando así la evolución y el crecimiento de la sociedad a través del arte.
¿Por qué? Porque la programación se ha dado siguiendo una inercia que beneficia y promueve a unos cuantos, sin depender del rigor de un proceso que establece objetivos específicos como lo pueden ser la diversificación de la oferta cultural o la creación de nuevos públicos.
En este sentido, el trabajo a base de convocatorias para la asignación de recursos, permite entre otros beneficios delimitar bien los objetivos y alcances que tendrá la asignación de un presupuesto determinado, democratiza el criterio de entrega de dichos recursos (es decir, quien trabaja en diseñar su proyecto tiene la posibilidad de recibir apoyo para este, quien no, no) pero también, abona a la profesionalización y el crecimiento artístico de los creadores.
La otra vía, es aquella fórmula en la que los artistas emprenden de manera independiente, arriesgando capital, buscando otras fuentes de financiamiento además de las gubernamentales, en otras palabras, se convierten en emprendedores culturales.
Hoy por hoy, la mayoría de los casos distan de ser modelos sostenibles y mucho menos, negocios; representan esfuerzos titánicos para los emprendedores creativos pues su producto no está generalmente dirigido al público masivo, sino a pequeños nichos y en muchos casos requieren también apoyo del Estado de forma continua para sacar adelante sus proyectos.
Entonces ¿puede un creador vivir de su arte? ¿Cuál es la responsabilidad de los gobiernos para con la comunidad artística y hasta dónde debe llegar? ¿Cómo promueve el gobierno los modelos de emprendimiento creativo?
Los creadores pueden vivir del arte….
Es posible vivir del arte. Desde siempre los artistas han subsistido con base del talento puro; muchos han alcanzado el éxito en vida y otros no han vivido para ver su obra alcanzar la fama que han obtenido después de su muerte, como muchos pintores, quienes han fallecido en la más absoluta miseria y cuyas obras al paso de los años alcanzaron un valor incalculable.
Pero estamos hablando de contados casos; de prodigiosos personajes cuyos nombres se nos vienen a la mente cuanto tocamos este tema. En términos más generales algunas disciplinas artísticas se van transmitiendo de generación en generación en familias que tradicionalmente han encontrado sustento en la música, la pintura y la escultura, por ejemplo, más a manera de oficio que como una profesión en sí.
En Yucatán, por ejemplo, estas familias de trovadores, artesanos y transmisores de saberes artístico culturales dependen del trabajo diario y de la difusión informal de sus actividades para poder traer comida a su mesa.
Otros, han alcanzado un nivel más serio de profesionalización añadiendo rigor académico a su formación artística, pero sin conseguir una visión empresarial en la comercialización de sus actividades, lo que termina dejándolos igualmente vulnerables en cuestión económica.
El reto es poder generar una dinámica en la que el Estado establezca las condiciones necesarias y genere oportunidades para la profesionalización de los artistas no solo en temas inherentes a su actividad creativa, sino también enfatizando en la necesidad de darle a estas un carácter formal, una visión que permita al artista convertirse en empresario de su propia actividad y auto procurarse las herramientas y recursos para una actividad sostenible y trascendente.
Mientras más emprendedores creativos, más modelos sostenibles y menos carga para el presupuesto estatal.
La responsabilidad de los gobiernos…
Los gobiernos tienen un compromiso dual en cuanto al trabajo relativo al arte y la cultura. Por un lado, está el de garantizar el acceso universal a los bienes y servicios culturales a toda la población y por otro, procurar las condiciones para el desarrollo de sus artistas. Si se logra enlazar esta dualidad con los objetivos de desarrollo para el sector, seguramente el resultado será exitoso para todos. El reto es establecer metas específicas considerando el entorno social y económico de las comunidades y con base a eso generar los planes y programas de acción, con líneas puntuales, dirigidas a los sectores adecuados para que cada peso cuente y cada actividad redunde en profesionalización de los artistas, democratización del arte y cultura para todos.
Los gobiernos deben establecer los mecanismos para garantizar las oportunidades de crecimiento sumadas a los beneficios de bienestar social que son inherentes a las manifestaciones artísticas y el fomento a las tradiciones populares. Poner al alcance de los emprendedores culturales modelos, esquemas, casos de éxito y recetas estudiadas que les permitan irse identificando con el trabajo administrativo y de difusión que es necesario llevar a cabo a la par del trabajo creativo, así como también, establecer enlaces entre la vida cultural local y otras iniciativas más globales que nos permitan ir evolucionando.
En tiempos de crisis como los que vivimos en estos días, también es responsabilidad del gobierno “garantizar la continuidad del espíritu creativo” de sus artistas y encontrar los mecanismos de apoyo que un momento como este amerita.
El gobierno alemán como ejemplo, lo ha entendido muy bien señalando que “la cultura no es un lujo” y que “si se trata de mantener elevados el espíritu y la moral, es necesario contar con la cultura y con el arte”. Cada país y cada territorio, deberán responderles a sus creadores y en consecuencia a sus ciudadanos, de acuerdo a la realidad económica y financiera reinante en cada lugar, pero sin dejar al sector excluido de los programas de asistencia.
Todos somos corresponsables…
Muchos artistas piensan que solo son buenos para cantar, o pintar, o crear bellas artesanías. “En ocasiones se plantea una contradicción entre el arte y el emprendimiento que no tiene fundamentos reales. Los artistas son en general muy orientados al logro trabajan con pocos recursos para materializar sus ideas, nunca detienen el proceso creativo, asumen riesgos y sienten una gran satisfacción por el trabajo que realizan… el fin de todo trabajador cultural debería ser encontrar las condiciones para garantizar la continuidad de su labor creativa”. (1)
1 (Hernández, Javier. El emprendimiento en las artes y la cultura. Organizaciones culturales y creativas: gerencia e implicaciones prácticas. Recaman Ana Lucía y Ruz, Jaime Alberto, compiladores.)
Nos corresponde a todos artistas y gobiernos recurrir a un cambio de paradigmas que nos marque una evolución, un antes y un después. Sabemos que este proceso no será fácil, pero si nos mantenemos fieles a un plan bien estudiado y con los ojos bien puestos en los beneficios, podemos darle sentido. Es necesario generar alianzas, elevar el interés de la iniciativa privada de otros sectores en el sector cultural para darle un sentido de comunidad al quehacer artístico y esto es tarea de todos.
Quienes trabajamos en este rubro tenemos la oportunidad de aportar a un cambio que realmente trascienda e impulse la vida cultural de nuestro estado, tan grande en tradiciones, tan prolífico en manifestaciones artísticas. Yucatán es un estado rico en cultura y esta riqueza es inmensurable. Es un trabajo complejo que requiere hoy por hoy un grado importante de planeación y profesionalización para generar avances y medidas eficientes de difusión, sin perder de vista que todo trabajo de emprendimiento creativo tendrá como resultado no solamente esquemas empresariales sostenibles sino también, grandes beneficios sociales para nuestra gente.
Si quieres saber más en cuanto a cómo emprender desde el arte y la cultura, acércate a la Secretaría de la Cultura y las Artes del Estado de Yucatán.
Erica Millet Corona
Secretaria
¿Quién es Erica Millet Corona?
Licenciada en Periodismo por el Instituto de Estudios de la Comunicación de Yucatán (1998). Ha desarrollado su carrera profesional en el servicio público siendo subdirectora de Relaciones Públicas (2001-2004 y 2015) y Directora de Comunicación Social (2004-2007) en el Ayuntamiento de Mérida. Ha sido también directora del organismo “Mérida, Capital Americana de la Cultura 2017” (2016-2018). Actualmente ocupa el cargo de Secretaria de la Cultura y las Artes del Estado de Yucatán y cursa la maestría en Relaciones Públicas y Publicidad en la Universidad Anáhuac Mayab.
Excelente artículo! felicidades por esta y todas sus entrevistas