Hace unos días se hizo oficial el tránsito por el paso deprimido y las críticas no se hicieron esperar. La inconformidad entre el sector empresarial y de algunos partidos políticos en Mérida ha crecido considerablemente, y no es para menos también varios sectores de la población se sienten agobiados al momento de transitar por esta vía.
Creo que la idea de crear este paso vial fue con las mejores intenciones; pero ahora que ya está libre a la circulación, los problemas vehiculares no se hicieron esperar. Por ejemplo, si usted decide ir por la vía de Montejo se le haría muy difícil dar una vuelta hacia el Circuito Colonias y viceversa; porque es complicado cambiarse de ruta y se debe hacer con mucha precaución para tomar las vías alternas. Además ese paso alterno es una calle estrecha que en las horas pico se vuelve un caos.
Es cierto que se ve un cambio en el tráfico vehicular, pero beneficia principalmente a los que transitan hacia las avenidas de Montejo y de Circuito Colonias, pero para los vehículos que intentan cambiar la ruta para dirigirse a la zona de restaurantes la circulación es más complicada. Entonces ¿ayuda o perjudica esta obra vial?. Tal vez el lugar para hacerlo no fue la idónea ya que la avenida era muy estrecha en comparación con otras partes del país o del mundo en dónde existen este tipo de obras. No dudo que se haya hecho con buenas intenciones; pero es innegable que hay algunos problemas que hay que ajustar.
Este tema no se debe politizar, porque no es el fin ni soluciona la situación. Aquí no importa el bienestar o comodidad de un partido político, sino la de los ciudadanos que pasan a diario por esa zona; también se debe tomar atención a las empresas ubicadas en esa ruta y analizar formas de solucionar estos contratiempos.
En lo personal al día de hoy, «el paso deprimido me deprime», porque aún no se ha logrado el orden que se esperaba, pero confío que puede mejorar.
