El pasado lunes 24 de octubre, la revolucionaria organización de tráfico y filtro de información Wikileaks, cesó sus actividades rutinarias bajo el motivo de necesitar asegurar su supervivencia económica. Esto se debe a que su sustento a base de donaciones se ha visto gravemente limitado a consecuencia del bloqueo financiero que imponen, entre otros, principalmente VISA y Mastercard. Con una aproximada reducción del 96% de sus vías de ingreso, Wikileaks pide apoyo a sus simpatizantes y propicia menguados pero existentes caminos para hacerlo.
Sean MacBride soñó hace tres décadas con una verdadera libertad de información y un periodismo sin fronteras, filtros o corporaciones controlando las noticias. Se atrevió a proponer un orden mediático que reprochara los intereses personales o de un solo país y que en cambio funcionara motivado por la transparencia y el progreso. Fueron los Estados Unidos, bajo el gobierno Republicano de Ronald Reagan y respaldados por intereses monopólicos políticos y económicos, quienes de inmediato se opusieron, por medio de negarse a participar, a este intento de cambio; a este ensayo de una nueva realidad. Hoy, son exactamente las mismas razones las que ya no solo los estacionan como disidentes de la idea, sino como principales opositores de su realización. Wikileaks transforma la comunicación masiva a su estado más puro, uno que ninguna burocracia hubiera permitido bajo condiciones actuales: el acceso a todos los mensajes sin que estos pasen por un filtro. Es decir, la verdad sin tachones o adjetivos; sin cortinas ni patrocinios; al alcance de quien quiera consumirla y de quien quiera interpretarla.
Este bloqueo financiero es un llamado de alerta no sólo para Wikileaks y su fundador y principal operador, Julian Assange, sino para todo individuo u organización con intenciones que vayan en contra de los intereses políticos de Estados Unidos. El control monetario a manos de corporaciones privadas (bancos) es un indicador y prueba más de lo fallido y eminentemente autodestructivo del sistema económico capitalista. La libertad total de tránsito y acceso a la información es sin duda el siguiente paso evolutivo que debe (y está tomando) la sociedad. Es necesario reflexionar y darnos cuenta de que esta situación, al igual que el debate sobre la esclavitud, sobre los derechos de las mujeres, sobre el seguro social y muchas más en su momento, es de las que quisiéramos estar del lado correcto para contarlo con orgullo y sensatez, y no vergüenza y lamento, a las futuras generaciones.
