Más o menos habían pasado 15 años de la última vez que fui a un circo. El domingo pasado rompí el ayuno que tenía de risas y aplausos y por fin volví a la gran carpa del entretenimiento. Me emocioné muchísimo recordar mi infancia y morderme las uñas de nervios con los trapecistas, reír con los payasos, aplaudir con los actos de malabarismo y hasta llorar cuando llegó el momento de retirarme. Hacía tanto que no me sentía tan niño…
No hubo nada que no me gustara. Definitivamente los payasos son mis favoritos, ver cómo se pintan la cara con tantos colores, olvidarse por un momento de las desgracias que nos da la vida a veces y aplaudir hasta el cansancio. Un circo que no tenía animales, pero que el talento humano se hizo presente con patinadores traídos de otros lugares del mundo. Sin duda alguna fue un domingo redondo.
Regresé a mi casa muy satisfecho de tan buena compañía y tan buenas carcajadas ese día, que me fue inevitable pensar que tuve dos días iguales. Sí. El domingo fui a un circo de verdad, pero el día anterior, sábado, me percaté que también había ido a otro circo. Uno un poco más diferente, salido de la televisión. Claro, mucho más lejos. En un lugar llamado Las Vegas. Había visto el circo, más bien, pelea entre Juan Manuel Márquez y Manny Pacquiao. Empecé por recordar que tuve los mismos síntomas durante esa pelea de box. Igual me mordí las uñas antes de la pelea, me reí al ver a nuestro compatriota conectar golpes al rostro del filipino, aplaudí con los combos que llegaban como avalancha de los andes al cuerpo del “Pac Man” y sí… lloré cuando escuché el resultado final.
Comprendí que hubiera sido innecesario ir al circo un día después cuando ya todos esos estados de ánimo los había sufrido frente al televisor. Hablando de la pelea, 12 round indiscutiblemente con dominio azteca. Por fin, la tercera era la vencida. La primera con un empate, en 2008 la segunda robada y ahora esta era la buena. Márquez se había preparado como nunca en su vida. Había batido una semana antes a 8 sparrings en 8 diferentes rounds, corría en la madrugada, dormía, entrenaba toda la mañana, comía y de nuevo una sesión de nuevo de combate ante los ojos de Nacho Beristáin, su manager.
Una gira que tuvo por Estados Unidos, México y Filipinas, cual estrella de Rock y el apoyo de la gente como Papa en el Vaticano en vísperas de Navidad. La pelea del siglo, nadie pone eso en tela de juicio. Todos estábamos seguros que ahora si “Juan Ma” iba a vencer con claridad al filipino. Al mejor libra por libra del mundo. Y llego el tan ansiado 12 de noviembre en el MGM Grand de Las Vegas, Nevada. Todo lo pasado se borraba y comenzaba una nueva historia. 40 millones de televidentes a la expectativa esperando el tan ansiado combate.
Sonó la campana y vimos a un Juan Manuel Márquez con más masa muscular que su rival, esperando los embates del filipino. Sin duda había aprendido de los 24 rounds anteriores y no iba con locura al ataque, sabedor que Pacquiao es letal en los contragolpes. Obvio por la rapidez que este tiene. Entonces Márquez supo esperar. Movimiento de caderas y piernas hacia atrás, guardando la distancia, no dejando al descubierto la guardia y con una notable rapidez y pegada hicieron que Manny no descifrara cómo entrar.
Pasó el primer round, el segundo, cuarto, sexto, octavo… y la historia era la misma. Márquez conectando más sólido a Pacquiao, mientras que este se desesperaba cada vez más buscando mejor el nocaut pues ya no le quedaba de otra. Manny se sentía perdedor y buscaba con golpes sin destino al mexicano. Márquez solo jugaba con las piernas, recibía impactos pero nada que lo detuviera de la victoria. Entonces el filipino comenzó a ganar terreno, sin embargo, Juan Manuel no visitaba la lona. Y no solo eso, también seguía con la tarea de lanzar ganchos, uppers y jabs a discreción buscando impactar a su rival con más precisión.
Para el último round ambos cansados, lanzaron golpes con más ganas que dirección. Sonó la campana final y enseguida nuestro compatriota levantó la mano en señal de victoria. Lo había conseguido por fin. Había derrotado al invencible Manny “Pac Man” Pacquiao. El filipino lo sabía. Estaba consciente que no hizo un buen combate y se fue a su esquina con un rostro desencajado ante la mirada de su manager, el norteamericano Freddy Roach (mismo que Julio César Chávez Carrasco).
Ondeaban banderas tricolores, saltaba espuma de cerveza, se oían porras, gritos, risas, abrazos, besos, sombreros charros, el “cielito lindo”, el “sí se pudo”, mascaras de lucha libre, gritos de “México, México”… había sido una noche redonda, gloriosa, inolvidable…un circo mexicano. Solo era cuestión de esperar la decisión de los jueces. En 2008 la pelea fue pareja, muy similar pero con la diferencia que Márquez cayó en el primer round, tuvo conteo pero emparejó la pelea y se la robaron finalmente. ¿Ahora qué? No visitó la lona ni una vez, se le vio mejor, conectó mejor, aguantó mejor… peleó mejor.
Y vino lo peor. 2 de 3 jueces dieron el combate al Pacquiao. El filipino claramente tuvo la cara de “¿what?”. Ni él se lo creía. Nadie en el MGM lo creía, nadie en Las Vegas lo creía, nadie en el mundo lo creía. Márquez había sido robado de nuevo. Había sido claramente el vencedor y de nuevo le arrebataron el triunfo. Robo, sí, atraco. Asalto, hurto, desfalco…como le quieran ustedes llamar. Pero sí, totalmente de acuerdo. Para los que saben y los que no saben de box. Para los que son o no son mexicanos y para los fanáticos o no de Márquez.
Las Vegas se convirtió en un circo. En un circo de abucheos, de maldiciones, de insultos, de enojo, de coraje, de impotencia y de descaro. Habíamos sido de nuevo robados en nuestras propias narices. ¿Qué se debe hacer para vencer a Pacquiao entonces? ¿Dejarlo inconsciente? ¿Noquearlo? ¿Matarlo? Me queda claro que por la vía del cloroformo tiene que ser, porque los jueces vieron la pelea de espaldas o con los ojos vendados. Apagué la tele con coraje y tristeza. Y la verdad es que para circos, yo mejor me quedo con el del domingo.
Totalmente de acuerdo contigo. Un verdadero circo, que le quita absoluta credibilidad al deporte.
Excelente nota, foy foy
¿Habrá una cuarta pelea? Esperemos que sí, para dejar muy en claro las victorias anteriores de nuestro campeón, y que mínimo le paguen (a Márquez) lo que se le debe ya que sin duda ha hecho historia en nuestro boxeo, en el boxeo mundial y dejado una huella imborrable en la trayectoria de otro de los más grandes de todos los tiempos como es el PacMan. ¡Es una lástima que se haya manchado una gran pelea!