La violencia de unos, la vanidad de otros.

La violencia de unos, la vanidad de otros.

“Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional
en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración
se hagan plenamente efectivos”.
Artículo No. 28 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

 

Los musulmanes piden justicia ante la película “The innocence of Muslims” en la que la figura de Mahoma, profeta y fundador del Islam, es denigrada de una forma escandalosa. Estados Unidos pide respeto a la libertad de expresión, pide se detengan los actos violentos y que las autoridades de medio oriente “se hagan cargo” de este salvajismo. El tema central: la violación de los derechos humanos.

Tomando al pie de la letra el artículo No. 28 expuesto en líneas anteriores, entramos en un conflicto. Apoyando la postura musulmana encontramos el artículo No. 18 de la misma Declaración, en el que se expresa que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Por lo tanto, el Islam está en todo su derecho de reclamar ante este insulto, de demostrar su descontento, de pedir que se haga justicia. La violencia en Egipto y Yemen, así como los asesinatos en Libia no son por esto justificables. Sin embargo, esta situación podría ser la gota que derrame el vaso. Estados Unidos ha estado “picando al toro” desde hace más de diez años y la cobertura mediática ha favorecido, en la mayoría de los casos, el lado americano, más aún después de los “atentados” del 11 de Septiembre, en 2001. Nuevamente, el mundo parece estar a favor de occidente, apoyando la postura de la Secretaria Norteamericana de Estado, Hillary Clinton, quien sostiene que «en EUA no se detiene a personas por expresar sus puntos de vista», según lo publicado por El Universal  el pasado 13 de septiembre.

Ahora bien, del lado de la libertad de expresión, se encuentra el artículo No. 19 en el que se refleja el “derecho a la libertad de opinión y de expresión (…) incluyendo el derecho a no ser molestado a causa de sus opiniones, el derecho a difundirlas sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.  Este fragmento apoyaría del todo a los creadores del filme. Empero, no puede realizarse un juicio aislando los hechos del contexto. No se estaba haciendo una burla cualquiera, se han denigrado las bases de toda una religión, además de que se está jugando con fuego – conociendo que el terreno musulmán es sumamente delicado -.  Defendiendo esta acción, solapándose bajo la libertad de expresión, EUA ha llegado al extremo de la provocación.

Un golpe de esta magnitud es una perfecta oportunidad para dar a los musulmanes un motivo para realizar un ataque similar al de 2001. En respuesta, Estados Unidos tendría la “justificación perfecta” para realizar un ataque decisivo que logre de una vez por todas coronarlo en la disputa por el «oro negro».

Regresando al punto fundamental, es momento de establecer un orden social e internacional para hacer efectivos tanto los derechos de los musulmanes como los de los estadounidenses, tal como lo dicta la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una postura firme de EUA rechazando los vídeos, una disculpa pública, el correspondiente juicio a los asesinos del embajador Stevens, una intervención internacional neutra… en fin, actuando como si de verdad se quisiera resolver el problema; como si realmente se tomaran en cuenta los Derechos Humanos.

 

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