El domingo pasado participé en una carrera con mi hermano, mi tía y sus perritos (Pancho y Memo). Yo corrí con Pancho. Al terminar la carrera, lo primero que hizo al sentir que nos habíamos detenido fue tirarse al piso. Las personas alrededor solo exclamaban ¡Pobrecito! o ¡Se ve muy cansado! Mi hermano y yo lo llevamos directo a la sombra. Pancho enseguida se acostó en el pasto húmedo y empezó a jadear. Se veía cansado y debido al calor y el color del pelaje (negro) pensé que le pudo haber dado un golpe de calor.
Enseguida buscamos una botella de agua, se la dimos poco a poco, y al mismo tiempo, lo abanicábamos con unas revistas que una señora nos regaló. La gente pasaba y sorpresivamente nos regalaba sus botellas de agua y algunos hasta se sentaban a ayudarnos y aconsejarnos. Demostraron solidaridad ante nuestro pequeño suceso y de todo corazón les agradezco su ayuda.
Estuvimos media hora intentando que Pancho se recuperara. El veterinario dijo que estuvo a punto de sufrir un golpe de calor. Yo ignoraba la facilidad con la que los perritos pueden sufrir un golpe de calor, así como los métodos que debíamos de aplicar en esta situación.
Hay que estar pendientes de las señales que nos den. Cuando empiecen a sentarse, buscar alguna sombra o a jadear, debemos esperar a que se recupere. En Mérida, el clima es un factor que aumenta las posibilidades de que tu mascota pueda sufrir un golpe de calor. Los perritos se deshidratan cuando pasan mucho tiempo bajo el sol, ya que no cuentan con glándulas sudoríparas, es decir, regulan su sudor por medio de jadeos, lo cual limita su regulación de temperatura.
Si tu perrito llega a presentar señales de golpe de calor, trata de humedecer su cuello y cabeza, dale agua sin forzarlo, pon un cubito de hielo sobre el puente de su nariz, axila e ingles, humedece su boca, mantenlo en un lugar fresco y húmedo y llévalo al veterinario.
Imagen: archivo altavoz