La aparición de Nevermind en el mundo de la música, el 24 de septiembre de 1991, comenzó una revolución que trascendió el espectro sonoro para colocar al género grunge como la banda sonora de la Generación X. Delante de esta nueva ola cultural se colocó Kurt Cobain, quien con sus canciones se convirtió, muy a su pesar, en un ídolo de millones de hijos de baby boomers. El cantante y liricista bien lo intentó negar al lucir camisetas con la leyenda «grunge is dead», pero la realidad es que Nevermind decía otra cosa: en aquel otoño de 1991, el grunge latía con fuerza y amenazaba con quedarse.
Con canciones emblemáticas como «Smells Like Teen Spirit», «Come as You Are» e «In Bloom», el segundo disco de Nirvana se coló en las listas de los éxitos del momento. La producción, a cargo de Butch Vig, presentó un Nirvana mucho más pulido que aquel de «Bleach», el álbum debut de la banda de Aberdeen. Prueba de la influencia del álbum son los tributos que sus canciones reciben casi cotidianamente, sumado a la reciente incursión de Nirvana en el Salón de la Fama del Rock and Roll.
Es por eso que, a 23 años de su aparición en las estanterías comerciales, vale la pena recordar aquel disco que cambió el curso del rock durante la mitad de una década. Esté muerto o no el grunge, las canciones permanecen vivas y nos invitan, con la ayuda de audífonos o bocinas, a recordar aquella época en la que una pequeña banda de Washington conquistó al mundo.
