El sabor agridulce del informe Chilcot (opinión)

El sabor agridulce del informe Chilcot (opinión)

 

El 6 de julio de 2016 se publicaron oficialmente los hallazgos obtenidos en el informe Chilcot o Iraq Inquiry. Tal informe se enfocó en una investigación exhaustiva sobre la participación de Reino Unido en la guerra de Irak en 2003, durante el período de Tony Blair.

En el documento se confirmó que Saddam Hussein realmente no representaba una amenaza para Reino Unido, que no se contaba con pruebas suficientes para suponer la existencia de armas de destrucción masiva en el país de Oriente Medio y que no se agotaron las alternativas de una solución pacifista antes de declarar la guerra.

Debido a lo anterior se puede asegurar que el conflicto armado en marzo de 2003 fue completamente innecesario y desde el punto de vista jurídico, muchos aseguran, ilegal.

A pesar de lo alarmante del asunto, para muchos, más que sorprender, el Reporte Chilcot sólo confirmó sus sospechas.

Detrás de la decisión de Blair estaba su relación con el mandatario norteamericano, George W. Bush.

Aunque la amistad entre ambos dirigentes nunca fue un secreto, gracias al Iraq Inquiry se pudieron analizar las cartas que ambos intercambiaron en privado. En ellas, Blair le asegura a Bush que lo apoyaría en todo.

Como muchos analistas políticos sugieren, el motor principal detrás de la guerra que Estados Unidos le declaró a Iraq no fue ninguna amenaza terrorista, sino las grandes fuentes de petróleo con las que cuentan.

En los países occidentales, los gobiernos se han aliado con los medios para mantener Medio Oriente escondido detrás de un régimen islámico impenetrable, sin embargo, gracias a la decisión de Blair en 2003, no fueron sólo 179 soldados británicos los que murieron, sino también más de 150 mil civiles iraquíes.

Para los británicos, estos hallazgos significan un gran paso para la transparencia, puesto que se especula pronto un juicio para Blair.

El Informe Chilcot involucra también a George W. Bush y a José María Aznar, a quienes aún no se les ha realizado una investigación suficiente, ni se les ha llamado a la justicia.

Gracias a Sir John Chilcot, el mundo puede conocer la verdad. Desgraciadamente, aunque los dirigentes enfrenten la justicia, el daño es irreparable para todos aquellos que perdieron la vida y sus familiares y amigos.

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