“La esperanza es lo último que muere”… Probablemente ésta es una de las frases más usadas para momentos de agonía y desesperación, principalmente cuando parece que todo va mal, sin embargo, se mantiene la ilusión de tener buenas noticias.
Dicha frase puede tener un significado aún más profundo que hace preguntarnos dos cosas: ¿Cuándo muere la esperanza? Y ¿Quién la mata?
La esperanza nace en cada una de las personas del mundo y conforma una parte de su identidad. Puede derivarse de sus creencias y sueños por cumplir. Aunque las esperanzas toman diversos caminos; en ocasiones se juntan y en otras se separan. Todas tienen un fin que no siempre llega a cruzar la meta y se estanca a medio camino durante un corto, mediano o largo periodo.
Ahí es donde contestamos las dos preguntas anteriores ya que al quedar nuestra esperanza estancada, ésta cuelga de un hilo que la separa de seguir con vida o morir; los únicos que tienen las tijeras para cortar ese hilo somos nosotros, por lo que terminamos por ser jueces que dictan la sentencia y al mismo tiempo los verdugos en la muerte de aquella esperanza que durante algún tiempo nos sacó adelante y nos brindó el ánimo para luchar por un resultado positivo.
Preguntémonos ahora ¿en qué depositamos nuestras esperanzas y cuánto tiempo las mantenemos con vida? Unos pensarán en sus aficiones, como ver a su equipo de fútbol campeón; otros se enfocarán en pasar esa materia en la escuela que tantos problemas ocasiona; algunos quizá pondrán sus esperanzas en alguna entrevista de trabajo o en una lucha contra la enfermedad. Otros, a su vez, mantendrán sus esperanzas en una lucha aún más fuerte: obtener su libertad.
La libertad es algo con lo que nacemos y que nos da derecho a vivir, a ser iguales, responder por nuestros actos, ser tratados con respeto (moral y físico), ser reconocidos, ser escuchados… Entonces, ¿por qué si la libertad es un derecho de nacimiento hay gente que deposita sus esperanzas por conseguirla?
La pregunta no hace referencia a la gente que está en prisión por crímenes que sí cometieron (independientemente de la magnitud de estos), más bien enfatiza en toda toda esa gente que en pleno siglo XXI vive en esclavitud; se específica en toda esa gente que vive un secuestro; hace referencia a toda esa gente que vive tras las rejas en una prisión por delitos que no cometieron y que fue torturada para aceptar las mentiras impuestas en su contra.
Éstas son algunas situaciones que viven miles de personas a diario en México, situaciones que pueden destrozar (y muchas veces lo hacen) de forma física, mental y emocional.
Empero, entre todas estas víctimas hay quienes mantienen una luz dentro de sí que les ocasiona ilusión y esperanza para salir adelante; una luz que les impide quedarse con los brazos cruzados, quienes se convierten en luchadores y luchadoras con una sola mentalidad: recuperar su libertad.
Ése es nuestro México, un país donde a pesar de las injusticias que se viven diariamente, la esperanza es lo último que muere.
Publicación original: https://entresie7e.com/2018/10/19/lucha-ilusion-y-esperanza/
