Estoy pensando en escribir una obra solamente comparable a la que Honoré de Balzac emprendió en el siglo XIX: ‘La Gran Comedia Mexicana’, así con mayúsculas porque es grandiosa. Majestuosa. Es un trabajo destinado a abarcar la mexicanidad completa, para abrazarla. Será un trabajo no carente de simbolismos, pero con un fiel apego a esta realidad que a veces parece mentira.
En la Gran Comedia se hablará de la educación, las ideas, la religión, el poder, el dinero, la familia, como dije antes: todo.
Les adelanto un poco.
En esta magna obra habrá un capítulo dedicado a los maestros de este gran país, esos que, en lugar de dar clases –¡Que vayan a la escuela los tontos!– montan tendederos en las vías férreas para que los trenes no puedan pasar. ¡Grandioso!
Otro capítulo estará dedicado a las muchachas, esas personas que, cuando bien les va, ocupan el puesto de la que ayuda en casa, pero jamás de trabajadoras del hogar, ya sería demasiada dignidad para ellas.
Estoy pensando en agregar un capítulo –uno pequeño– en el que se hable del poder y del dinero, que aquí son casi lo mismo. La razón de mi reticencia es que éste sería, sin lugar a dudas, el más aburrido de la obra porque en la mexicanidad se da un fenómeno curioso: la gente se hace rica para poder echar la hueva a gusto. Pero ya lo pensaré.
Les adelanto que habrá un gran capítulo cuyo centro sea el género femenino, empero abordado de una perspectiva completamente innovadora, de eso estoy seguro. En la obra definiré a la mujer como dos seres en uno mismo: una dualidad negada al sexo masculino. En esta dualidad se explica el problema social que viven las mujeres.
No es que se trate mal a las féminas, sino que a una parte de la dualidad se le desprecia y a la otra se le respeta. Me explico: las mujeres mexicanas pasan de la etapa en que son jóvenes a la etapa a la que son adultas, no por el paso del tiempo, sino porque una de sus partes extermina a la otra.
La mujer joven desaparece cuando la adulta desaparece. De esta forma, cuando un mexicano golpea o abusa, se hace porque la parte de la dualidad presente no merece respeto, pero, eso sí, cuando es la parte adulta la que se exterioriza, el macho mexicano se hace chiquito y se limita a acatar lo que ésta diga. Un asunto muy complicado, pretendo explicarlo de mejor mi majestuosa obra.
Escribiría más sobre la obra, pero no me gustaría echar a perder la sorpresa que estoy seguro se llevarán cuando se encuentren cara a cara con el yo mexicano. El reflejo será auténtico.
Considero que les he dado razones de más para que se interesen en esta obra que será fundamental para entender al mexicano de a pie.
Pensándolo bien, para qué emprender tan desgastante tarea si los mexicanos no leen.
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