«La cólera, canta, oh diosa, del Pélida Aquiles;
cólera destructora que provocó infinitos males a los aqueos
y arrojó al Hades las almas valerosas de muchos héroes,
a quienes hizo presa de perros y de aves
cumplíase la voluntad de Zeus.»
Homero, La Ilíada, I, 1-7.
Versos de estética perfecta y belleza inigualable que dan inicio a La Ilíada, poema épico que narra un episodio del último año de la guerra de Troya –Ilión para los griegos, de ahí su nombre: “Ilíada”–, cuya composición data del 700 a. n. e., iniciándose la literatura de la antigua Grecia y con ella, la literatura occidental. Su autoría lleva el nombre inmortal del célebre Homero, el poeta más renombrado de la historia.
No obstante, los griegos antiguos no sabían con certeza quién era Homero. Así, al paso de los siglos, su nombre se ha inmortalizado entre la realidad y la leyenda, surgiendo la “cuestión homérica” –tema primordial de la filología clásica– o debate sobre su identidad, datación y lugar de nacimiento, incluso sobre su existencia, así como su autoría de La Ilíada y La Odisea.
¿Quién era Homero?
La figura de Homero es muy importante porque su obra inició la literatura occidental. Sí, es autor de la primera creación literaria de Occidente. Para conocer –al menos un poco– sobre su vida es recomendable revisar fuentes antiguas. Lo primero que debemos saber es que los griegos reconocían que era un aedo, un poeta itinerante que cantaba sus poemas –La Ilíada y La Odisea– a distintos públicos en diversas ciudades griegas.
Respecto a su nombre, Homero significa “ciego” y en otra variante del griego “rehén”. Incluso, se cree que su nombre proviene de los “homéridas” (“hijos de rehenes”) o hijos de prisioneros de guerra, quienes eran enlistados para ir al campo de batalla con el único objetivo de recordar y cantar las hazañas de los héroes.
El célebre Homero nació en el siglo VIII a. n. e., y debe mencionarse que no vivió durante la guerra de Troya, la cual los griegos fecharon que aconteció en el siglo XII a. n. e. Respecto a su lugar exacto de nacimiento, varias ciudades se disputan ese honor, principalmente: Quíos, Esmirna, Atenas, Argos, Rodas, Salamina, Pilos e Ítaca. El Himno homérico a Apolo dice que “es un ciego que vive en la rocosa Quíos”.
Todo aquello que los helenistas sabemos sobre Homero es incierto. La filología moderna asegura que vivió en alguna ciudad de la costa jónica, esto debido a las formas lingüísticas del dialecto jónico presentes en sus poemas. Debe mencionarse que La Ilíada y La Odisea no contienen referencias a su vida, y este silencio fue un punto para considerar desde la antigüedad que los dos poemas son obra del mismo autor. A pesar de que se ha cuestionado si esa autoría corresponde a varios poetas.
La Ilíada y La Odisea
Las fuentes antiguas coinciden en que Homero fue un aedo que cantaba sus poemas acompañado de algún instrumento de cuerda en las cortes de los grandes reyes de Grecia: La Ilíada y La Odisea, columnas monumentales de poesía donde se cincela el espíritu de los griegos antiguos en una de sus hazañas más grandes: el asedio y destrucción de Troya.
Se trata de los poemas épicos más grandes que se hayan creado jamás por su belleza y, sobre todo por los abundantes recursos literarios que edificaron y definieron a toda la literatura occidental. La Ilíada data del siglo VIII a. n. e., y es el poema más antiguo de la literatura europea, epopeya que en 15.693 versos hexámetros agrupados en 24 cantos, narra “la cólera” del glorioso Aquiles, quien tras la muerte de su amado Patroclo acaba con la vida de su asesino: el héroe troyano Héctor, trazando el destino de la “sacra ciudad” de Troya.
El otro gran poema de Homero es La Odisea que, en 12.110 versos hexámetros agrupados en 24 cantos, narra el complicado regreso del héroe Odiseo –de ahí su nombre, “Odisea”– a Ítaca, su patria, luego de diez años de guerra. Sin embargo, el astuto héroe anda errante diez años más por el mar y diversas tierras en las que se encuentra con terribles monstruos, como Escila y Caribdis, en cuyas garras pierde a sus amados compañeros. Mi pasaje favorito es cuando llega a la isla de las Sirenas, entonces se dispone a escuchar su hermosísimo canto. Pero, su astucia lo ayudará a salir victorioso.
La Ilíada y La Odisea son obras monumentales que derivan de la tradición oral: los aedos cantaban los poemas de memoria “cuya fama entonces llegaba al vasto cielo” (Odisea, VIII, 74), pues no se escribieron sino hasta el siglo V a. n. e., en Atenas. La filología ha encontrado fórmulas de versos repetidos que ayudaban a los aedos a recordar la extensión de las obras. Lo cual, ha llevado a creer en la existencia de un poeta que fue recopilador y creador –referido bajo el nombre de Homero desde época antigua– de los poemas más hermosos jamás creados, a partir de las historias y mitos que se transmitían de una generación a otra.
Continuará…