Por: Patricia Esquivel
Conocí a Jesús Silva el primer semestre de Universidad en la carrera de comunicación. De inmediato nos hicimos muy buenos amigos. Nunca me imaginé que él se convertiría en mi maestro, alguien que me enseñaría muchas cosas.
Yo no pertenezco a ninguna religión, por el contrario, creo fervientemente en la ciencia. Para mí es lo único comprobable y con sustento; lo único real de lo que puedes agarrarte y darle explicaciones a mil cosas en la vida. Sin embargo, creo que gracias a mi amigo, mi pensamiento ha cambiado en cuanto a la forma de ver la religión. Por primera vez vi en él una persona llena de amor, y el amor más grande que él daba es su amor por “Dios”. Comprendí entonces que para muchas personas más que una religión es una forma de vida.
Tuve la oportunidad de convivir con él y su familia durante su proceso para entrar al seminario. Hablando con él me confesó que todo era cuestión de Fe y de espiritualidad. Él sentía un llamado desde que era chico y conforme comenzamos a hablar, mientras él se veía más sereno y seguro, mil dudas pasaron por mi cabeza. No entendía de lo que me hablaba, porque nunca lo había visto ni sentido. No es que no tenga fe; tengo fe en mi familia, mis proyectos, mi vida, pero nunca experimenté una fe religiosa hasta que lo vi directamente a los ojos y me transmitió paz. Fue ahí la primera vez que estuve lo más cerca de la espiritualidad, tan cerca que sentía que la tocaba.
A lo largo de los años he aprendido a observar y encuentro sorprendente cómo diferentes grupos de personas encuentran su sentido de vida a través de diferentes pensamientos críticos. Creo que la espiritualidad toma forma dentro de muchos de ellos. Aunque admito que todavía no me acostumbro a escuchar la palabra “Dios”, encuentro sorprendente cómo diferentes grupos de personas encuentran su sentido de vida a través de él.
Que hermoso testimonio de tu amigo. Esa es la verdadera religión, cuando no son unas creencias, sino una forma de vida, una convicción inamovible. Y existen muchos «Locos» que seguimos este camino de la fe y que somos plenamente felices en él.
Wow!! Una reflexión muy bella.
Comparto contigo muchas de las emociones
cuando supimos de su llamado vocacional.
Muchas gracias por compartir este pensamiento!!