Le hubiéramos hecho caso a Buendía

Le hubiéramos hecho caso a Buendía

En la década de los sesenta, cuando abundaban los hippies y los rasgueos de la guitarra de John Lennon se escuchaban por todo el mundo, Manuel Buendía hizo una declaración que ensordeció a México por unos segundos: la CIA tenía los pies firmes en territorio nacional. Algunos decidieron tomarle la palabra de loco, algunos le creyeron, y por último yo digo, debimos haber escuchado.

Alguien parece haber desenterrado una cápsula de tiempo de Estados Unidos, y esos secretos guardados han causado gran resonancia mediática. Estas prácticas de inteligencia con gran falta de legalidad que violan los derechos de ciudadanos del mundo, abrieron una cajita de sorpresas, en donde sus pasmos  generarán consecuencias que inevitablemente cambiarán las dinámicas y relaciones de una red mundial que desde un inicio ya era bastante conflictiva.

El 11 de septiembre no justifica el proyecto Orwelliano, ni mucho menos su colección de datos semilla por buscar culpables en el terrorismo.

Brasil toma la batuta al ser el primero en reclamar la violación de derechos. México, en cambio, en un publicado bastante incompetente, le pide a Estados Unidos que se investigue a sí mismo, y que explique por qué Enrique Peña Nieto fue y sigue siendo espiado.

México, consolidando la hegemonía, en los dos mandatos presidenciales anteriores buscaba fortalecer la relación con el vecino, quien le contestó con una cachetada de guante negro. Una mera respuesta de desconfianza.

Peña Nieto deberá olvidar sus reformas pobres y deberá dominar de una vez el malabarismo de la tolerancia a lo inaceptable y una sumisión al país consumidor de naciones. Es en este momento donde el gobierno federal deberá entender qué es realmente prosperidad.

La presidente de Brasil se mantiene firme ante las declaraciones dudosas de Obama, niega pisar suelo estadounidense y vocea las acusaciones ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. México lo único que exige son investigaciones del mismo espía.

Vuelve a ser lo mismo; se vuelve invisible para México vigorizar mecanismos de democracia y desarrollo de derechos humanos.

En el fondo se escuchan las canciones de Enrique Guzmán y los coros de “La Plaga”, y también la voz de Manuel Buendía. Insisto, debimos haber escuchado a Manuel Buendía.  

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