El efecto Yalitza, el mexicano y su ¿doble moral?

El efecto Yalitza, el mexicano y su ¿doble moral?

Desde Sergio Goiry hasta el “boicot” de actrices mexicanas en contra de que Yalitza Aparicio gane un Oscar, durante los últimos cuatro meses han sido un cansado debate entre odiar o amar a la actriz mexicana.

La sociedad busca criticar, no hay mejor dicho que “El peor enemigo de un mexicano, es otro mexicano”.

Todos se la dan de expertos para decir que Yalitza no merece estar nominada a tan prestigiosa categoría, que la gente se enorgullece de por tener origen indígena y que surge de la moda que conocemos, como lo “políticamente correcto”.

Hay que señalar algo, el solo hecho de que Yalitza esté en una película mexicana es históricamente incorrecto. Por primera vez vemos un filme donde no se exagera a una mujer indígena, que no tiene a una “mexicana” de clase social alta enfrascada en una comedia romántica.»Roma» no tuvo el reconocimiento que merece dentro de la sociedad mexicana porque no cumple con sus estándares sociales: porque no vemos a Karla Souza o Martha Higareda y no sigue la narrativa Hollywoodense.

Yalitza actuó y merece su nominación: de ser una maestra sin ninguna formación de actuación, personificó puramente el sufrimiento de parir y perder un hijo, algo por lo que nunca ha pasado y que con la dirección de Alfonso Cuarón desarrolló en escena. Así que, no existe justificación acerca de menospreciar las habilidades actorales de Yalitza puesto que incluso varias ganadoras del Oscar ni siquiera estudiaron actuación, y que como ella, su salto a la «fama» fue por mera coincidencia.

Y aquí está la verdad detrás del único “argumento” que buscan para criticarla: la gente la juzga por su aspecto físico y utilizan como excusa su actuación para disfrazar su racismo y clasicismo. Están acostumbrados a ignorar a las minorías por cualquier medio y se aterran de pensar que podrían ser tomados en cuenta, peor si triunfan.

México necesita un gran cambio de mentalidad, aunque por el momento los medios utilicen esta “hipocresía” del efecto Yalitza –la portada de todas las revistas y el rostro del momento– es un comienzo de un gran cambio que está por venir.

Podrán decir que el gran motor del «efecto Yalitza» es la doble moral de los medios de comunicación en conjunto con una sociedad que ya no se atreve a juzgar a alguien por su apariencia ante el clima de opinión y que empieza a abogar por igualdad, pero por el momento funciona –aunque no sea con las intenciones más inocentes– para no darle el gusto a los mexicanos que están en contra de ella y como un herramienta para exponer los problemas sociales que hasta ahora continuamos arrastrando.

Yalitza por lo pronto no se irá a ningún lado; continuaremos viéndola en las portadas de incontables revistas. El mexicano se hartará de verla, pero le servirá para aceptar y erradicar el clasicismo en el que vive.

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