Durante siglos se luchó porque la esclavitud fuera abolida en Estados Unidos, y finalmente, en 1863, el entonces presidente Abraham Lincoln lo consigue al firmar la Proclamación de Emancipación.
Esta proclamación declaraba que debían ser liberados todos los esclavos del sur, y dos años más tarde, por la Enmienda 13 a la Constitución, la abolición se aplicó a todo el país.
Aunque por muchísimo tiempo la esclavitud fue aceptada en este país, en el siglo XIX surgieron algunos pensadores que cuestionaban el permiso de tal actividad social y comenzaron a reclamar por la igualdad de todos.
En Estados Unidos, la acción de libertad se fue dando gracias a escritores que criticaban la esclavitud y a fugas de esclavos para llegar a tierras donde podían ser libres. También existieron múltiples rebeliones que dejaban cientos de muertos de ambas partes del conflicto.
Cuando Abraham Lincoln fue presidente, dirigió la Guerra Civil y puso fin a este terrible mal. Fue un hombre respetado y siempre afirmó que la esclavitud era algo deplorable que debía desaparecer.
A partir del primero de enero de 1863, se estableció que todos los esclavos en territorios rebeldes serían libres, y aunque la proclama no se hizo efectiva enseguida, sirvió como pauta para que tanto blancos como negros tuvieran nuevas perspectivas: unos aceptando los nuevos cambios sociales y otros disfrutando de la ilusión por un mejor mañana.
Hoy en día esta práctica está estrictamente prohibida en todo el mundo, sin embargo, sigue habiendo tráfico de personas y millones de mujeres y niños son vendidos -y comprados- como esclavos.
Sudán es un país que está en la mira por su esclavitud a gran escala. Por ello, desde hace 20 años, la asociación Christian Solidarity Internacional se dedica a comprar esclavos sudaneses para luego liberarlos.
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